NO DEJES QUE NOS COMA EL DIABLO
de Zadkiel Moon
(Fragmento)
La mente nos sugestiona, nos trastorna, nos controla sobre los instintos, es una poderosa droga bajo la cual estamos permanentemente intoxicados cuyos efectos mantienen dopada al alma.
No somos libres porque vivimos bajo el peso de pensamientos basura que nos distraen, que nos frustran y nos impiden ser conscientes del subconsciente y de los procesos energéticos que ocurren a nuestro alrededor, incluso los animales son más conscientes que nosotros: lo que llamamos “salvajismo” es la más pura expresión de la libertad pues ellos viven en armonía con la Naturaleza, no al margen, no a costa de ella. Nosotros, en cambio, estamos dopados en una celda: nuestra inteligencia nos muestra una versión de la realidad que asumimos como nuestra, vivimos acorde a las circunstancias que nos tocaron, las perpetuamos aunque estemos inconformes con ellas, charlamos con nosotros mismos y nos convencemos de que “así es la realidad”, nos resignamos y nos conmiseramos hasta morir. En el proceso buscamos placer para sanarnos pero lo queremos todo de un bocado sin comprender que éste va de la mano del conocimiento, por eso nos perdemos y nos hundimos, por necios. Nos sentimos tan libres cuando experimentamos placer pero, sin conocimiento, ¿para qué lo queremos? Decimos que sabemos pensar pero, ¿cuándo hemos meditado sobre lo que pensamos?
[...]
El principal obstáculo que nos separa de la libertad plena consiste en las máscaras que nos colocamos, ante la gente y ante el espejo, para aparentar lo que no somos. Todos mentimos, todos usamos máscaras por costumbre, casi como un ritual de la especie humana. “El mexicano se esconde bajo muchas máscaras, que luego arroja un día de fiesta o de duelo”, dice al respecto Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad. “Sin máscaras, no nos queda sino la desnudez o la mentira” y nosotros escogemos la mentira, preferimos soportar el peso de pensamientos basura y sentimientos dañinos en vez de elegir la libertad. ¿Qué es lo que ve un espíritu libre detrás de la máscara humana cuando decide quitársela?
“Somos lo que pensamos”, dice Buddha.
“Somos seres luminosos”, afirma Don Juan Matus, “hechos de fibras, como telarañas blancas, hebras de luz muy finas que circulan de la cabeza al ombligo. Un ser humano se ve como un huevo de fibras que circulan […] Esas fibras juntan a un ser humano con lo que lo rodea”.
“Somos energía”, explica la física cuántica.
“Somos energía y consciencia”, añade el místico Ramtha.
No somos el nombre que nos imputaron ni la nación en que nacimos; los valores, la condición social y el credo son tan ilusorios como nuestro rostro y nuestro cuerpo. Las etiquetas que las leyes, la moral y la religión le impusieron a nuestro espíritu sólo regulan al hombre, temeroso de ser libre, y han llevado a la mujer a tener la necesidad de ser libre, como si la libertad no fuese una condición natural sino un privilegio. Ellas han obedecido desde el principio a sus sentimientos; ellos, por otro lado, han estado bajo los influjos de la “razón” (con este simbolismo el cuento de Adán y Eva cobra especial sentido). Hombre y mujer se complementan, más allá de lo sexual, más allá del amor: ellas son el alma y ellos la mente de la especie entera, sin embargo, en vez de unirse para elevarse, han comulgado solamente en un coito enfermizo que los ha hundido cada vez más. Hombre y mujer nunca han pensado como Un Solo Ser, por eso la filosofía enclenque que hasta ahora se ha escrito sólo ha sido expresada por la mente, pocas veces con el alma.
No Dejes Que Nos Coma El Diablo
Un ensayo sobre la libertad y el valor de ser humano.
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